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Nos hará bien preguntarnos: ¿quién soy yo ante mi Señor que sufre?

Fue una de las apreminantes preguntas que formuló el Papa la tarde del […]

1_0_802510Fue una de las apreminantes preguntas que formuló el Papa la tarde del lunes en su encuentro con los sacerdotes, religiosos, religiosas y seminaristas en la Iglesia de Getsemaní, en el marco de su visita a Tierra Santa. La amistad de Jesús con nosotros, su fidelidad y su misericordia son el don inestimable que nos anima a continuar con confianza en el seguimiento a pesar de nuestras caídas, nuestros errores y nuestras traiciones, observó el Obispo de Roma, pero esta bondad del Señor no nos exime de la vigilancia frente al tentador, al pecado, al mal y a la traición que pueden atravesar también la vida sacerdotal y religiosa, precisö. “Advertimos la desproporción entre la grandeza de la llamada de Jesús y nuestra pequeñez, entre la sublimidad de la misión y nuestra fragilidad humana. Pero el Señor, en su gran bondad y en su infinita misericordia, nos toma siempre de la mano, para que no perezcamos en el mar de la aflicción. Él está siempre a nuestro lado, no nos deja nunca solos.” “Por lo tanto, pidió, no nos dejemos vencer por el miedo y la desesperanza, sino que con entusiasmo y confianza vayamos adelante en nuestro camino y en nuestra misión. Ustedes, queridos hermanos y hermanas, están llamados a seguir al Señor con alegría en esta Tierra bendita. Es un don y una responsabilidad. Su presencia aquí es muy importante; toda la Iglesia se lo agradece y los apoya con la oración.”


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